Un empleado vago tiene derecho a una segunda oportunidad antes de ser despedido
Un juzgado condena a una empresa a indemnizar con 2.300 euros o readmitir a un exempleado al considerar improcedente su despido porque nunca le notificó su descontento con su trabajo.
Que el dueño de una empresa piense que un empleado rinde poco en su puesto no basta para que pueda prescindir de él. El responsable debe avisar al incumplidor de su descontento e intentar encarrilarlo antes de decidir que lo mejor para todos los implicados es cortar de raíz. Además, para que el despido sea procedente, debe acreditar con pruebas el incumplimiento de las tareas asignadas y notificárselo al trabajador antes de darlo todo por perdido y señalarle la puerta de salida de la organización.
Si el propietario ignora este procedimiento y el asunto llega ante el juez, tiene todas las de perder. El Juzgado de lo Social número 1 de Palencia ha decidido restituir a sus tareas a un instalador de fibra óptica tras su despido el pasado 29 de febrero de 2020. Aquel día, su jefe se presentó ante él y le explicó que se deshacía de sus servicios porque «no alcanzaba el rendimiento mínimo exigible». El tribunal considera que jamás advirtió al instalador que incumplía los objetivos que le había marcado la empresa.
El juzgado ha considerado probado que la empresa no notificó de ninguna manera su descontento al técnico durante el año que lo tuvo en plantilla. La sentencia contempla también el pago de los sueldos de los meses de enero, febrero y diversas guardias por un total de 4.384 euros que el trabajador tenía pendiente de recibir. Por tanto, el juez condena a la compañía al pago de una indemnización de 2.300 euros, o bien a reincorporar al técnico a su puesto.
Desconocedor del descontento de su jefe, el instalador de fibra óptica recibió la carta de despido tras un año en su puesto. Supo por la misiva que «se ha tratado de corregir su actitud después de detectar la voluntariedad del escaso rendimiento», según aseguraba la empresa para justificar su decisión. Pero, ya en el juzgado, no se pudo aportar ni un solo indicador o prueba que demostrase la intención de ‘corregir’ al técnico por parte de la compañía.
«Para despedir por bajo rendimiento es muy importante que la empresa marque previamente unos objetivos al empleado. Se debe comparar el trabajo que ha venido haciendo con el que la empresa le imputa que ya no hace», explica el abogado laboralista Alberto Novoa, de CECA Magan Abogados. Además, debe advertirse de forma previa al trabajador del incumplimiento de sus obligaciones porque si no hay constancia previa de la supuesta vagancia de un trabajador, no se puede sacar a relucir el día de su despido.
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